viernes, diciembre 19, 2008

Los héroes del periodismo local

>En su visita a México de la semana pasada, María Teresa Ronderos rememoraba la ceremonia de premiación del año pasado del Premio Semana-Petrobras al periodismo regional "El País contado desde las regiones" y se emocionaba al grado de sentir que la piel se le hacía chinita.

Ella contó que gracias a una donación de Petrobras, en la revista Semana de Colombia decidieron crear un premio que no galardonara a los mismos de siempre, a las vacas sagradas, a los periodistas que trabajan para las grandes cadenas ni a puro reportero bogotano, como pasa generalmente en los premios nacionales de periodismo en Colombia (cualquier parecido con México es mera coincidencia); éste premio sería para los chiquitos, para los reporteros que son amenazados de muerte pero no tienen dónde exhiliarse, los que tienen que verse diariamente la cara con los corruptos que denuncian en sus notas, los que ganan nada, exponen su vida y no tienen reconocimientos.

En Semana pusieron manos a la obra, buscaron aval del PNUD y de la Fundación Konrad Adenauer, pidieron a periodistas extranjeros de trayectoria reconocida que fueran jurados, y lanzaron la convocatoria inventando categorías novedosas que permitían igualdad de oportunidades:

*Mejor cubrimiento a un proceso regional *Mejor repotaje de prensa escrita o internet *Aporte original en radio *Mejor columna o blogger *Mejor reportaje o crónica en tele *Mejor fotografía *Mejor medio comunitario *Premio al coraje de un periodista
Los jueces tuvieron en sus escritorios más de 700 trabajos periodísticos que olían a sudor, al periodismo que se hace con las uñas y mucho esfuerzo, que camina sobre terrenos lodosos y aborda la Colombia real. Y cuando contaba eso, María Teresa volvía a conmoverse.

Del archivo histórico de Semana.com recopilé algunas notas que reflexionan sobre lo que resultó de esa experiencia que este año está por repetirse: "(el premio es para) incentivar a estos periodistas anónimos que libran a diario sus silenciosas batallas, como reporteros encargados de contar las otras historias que reflejan la identidad y la cotidianidad de sus lugares de origen (...) Más de 700 trabajos pusieron a los miembros de este jurado a re-pensar algunas de sus definiciones de la buena práctica periodística. Con tal frecuencia y torrente fueron aflorando entre los envíos el coraje para afrontar la adversidad o la indiferencia, la innovación para dejar atrás la escasez o la censura, el esclarecimiento para ir más allá de la investigación y la denuncia. (...) La distinción busca resaltar el valor y la calidad del trabajo de los periodistas regionales, cuya labor es muchas veces peligrosa y poco recompensada"


La premiación se hizo en un club donde el jet-set colombiano festeja sus eventos. En la foto se ven a algunos periodistas vestidos con trajes regionales, trajes campesinos. Así, fueron subiendo a recoger sus premios reporteros que documentaron en un puerto "la estela de muerte que deja el narcotráfico, las rutas de salida de la droga, el reclutamiento de niños y jóvenes y la impunidad"; los que pasearon a sus lectores pasea "por el mundo de los jóvenes pandilleros que viven en la Cartagena pobre y marginada"; los que revelaron robos de tierras o desplazamientos forzados; los que hicieron por radio una pintura social de los problemas que padece su ciudad; los de los medios comunitarios que acompañan a los ciudadanos en el esfuerzo de cerrar espacios para que no los tome el narco."

Uno de los momentos más emotivos de la noche, según relató Ronderos, fue la premiación Carmen Rosa Pabón, una mamá de 3 hijos, directora de una emisora en Arauca, una región bajo fuego cruzado de guerrilleros y paramilitares, donde los periodistas tienen que compartir entre colegas carros blindados, escoltas y permanente comunicación con las entidades de protección para poder trabajar.
"Carmen Rosa es la más solidaria y comprometida de las periodistas. Quienes la conocen, saben que no hace aspavientos sobre los riesgos que corre, y cubre las noticias cada día con independencia y profesionalismo, y a la vez vela con entrega por el bienestar y la seguridad de sus colegas. Ha tenido que abandonar varias veces su casa, trastear a su familia, cuando las amenazas y los riesgos se tornan extremos. Pero luego, vuelve a su emisora cada mañana a cubrir los ataques de las guerrillas, las dificultades de la Fuerza Pública, los hostigamientos de los paramilitares o lo que pueda estar alterando la tranquilidad de los araucanos", reslata la nota informativa de Semana.
Yo escuchaba ese relato y recordaba las veces que he viajado a los Estados y me he encontrado con tantos reporteros valientes que ganan nada, exponen su vida, enfrentan el reclamo de los políticos locales por la información que se maneja en sus medios, que cuando sufren accidentes de trabajo nadie responde por ellos, que cobran por nota publicada en muchos de los casos, que con creatividad se meten hasta las mandíbulas de los temas peligrosos y que siempre han tenido mi respeto.

Y pensaba, ¿por qué no replicamos la experiencia colombiana en México?

1 Comments:

At 22:54, Anonymous julio said...

Una respuesta simple a lo ultimo que aunque parezca simple y hasta un pòco soberbia puede resumir porque no pasa eso con el periodismo mexicano: Colombia no es México

 

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